jueves, 17 de noviembre de 2011

Carta de amor.

Estoy aquí, en medio del frío, desafiando el insomnio que me provoca pensar en ti y he decidido escribir porque los sentimientos me asfixian y no me dejan vivir. Si, es para ti esta carta, no estás leyendo nada que no te pertenezca pues cada letra, cada signo y cada suspiro detrás de estos garabatos a los que llaman escritura, son todos tuyos. Tu, dueño y señor de mis sueños, eres un ladrón que me robó todo, hasta la valentía de firmar con mi nombre al final de esta carta.

Esta, sin embargo, no es una carta para d
ecirte cuanto te amo con todas esas palabras pomposas y rebuscadas que podría yo escribir. Tampoco son letras que pudieran inspirar alguna novela o historia de amor de esas que a todos nos parecen cursi pero que en el fondo anhelamos vivir. Esta es solo una carta que te hablará de mi de la manera más simple y honesta que conozco.

Quien escribe no es una intelectual, ni una mujer de esas escogidas para la portada de alguna revista. Quien te escribe es tan solo una mujer común y corriente, con una vida ordinaria llena de altibajos, de alegrías momentáneas y de problemas, que pasa horas frente al ordenador

Detrás de estas letras hay un rostro que has visto muchas veces. Hay alguien que ves todos los días pero que nunca miras, que nunca observas. Alguien que quisiera decirte tantas cosas bellas y que tiene la garganta atada con un nudo que no permite que las palabras vuelen y se posen en tus oídos.

Esta no es una carta para decirte cuanto te amo, es una carta para que sepas que en alguna parte del universo un ser ríe y llora, vive y muere por ti, por tu cariño, por tu abrazo tibio, por el amor que un día desearía que fuera mio.


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